Abrió lentamente la puerta de la casa, y entró, yo la seguí con miedo, no sabía qué iba a encontrarme, ¿y si Derek era el típico padrastro gilipollas que te hace la vida imposible? Borré ese pensamiento se mi cabeza, bastante tenía ya como para añadirme otro problema más.
-El resto de tus cosas las traerán en unos días ¿vale, cielo? - preguntó mi madre sacándome de mis pensamientos - los chicos deben estar arriba, quédate aquí, voy a avisarles.
Dicho esto desapareció escaleras arriba. Avancé un poco más, a la derecha había una puerta, la abrí decidida, era el salón, a la derecha se encontraba la televisión, enfrente de esta, una pequeña mesa rodeada de un sofá y un par de sillones, en frente se encontraba una estantería repletas de libros y a mi izquierda una mesa rodeada de seis sillas, cerré la puerta silenciosamente y abrí la que se encontraba a mi izquierda... la cocina. Nada interesante - pensé.
Oí cómo unos pasos se acercaban escaleras abajo y vi a mi madre con dos hombres.
-Cris, este es Derek
Me fijé en él, era más alto que mi madre, una estatura media, unas pequeñas canas asomaban por su cabello negro, un poco barrigudo y con una sonrisa enorme decorando su rostro, parecía majo.
-Encantado Cristina - dijo tendiendo su mano hacia mi.
-Cris - dije bruscamente si darle la mano, a lo que él acabó apartándola y borrando su sonrisa.
-Y este de aquí es Lucas.
Giré mi cabeza hasta encontrarme con su rostro, me fije en sus ojos marrones, muy oscuros, su pelo era castaño y estaba completamente revuelto, era delgado pero con un poco de musculo, el chaval no era nada del otro mundo, su cara era completamente neutra, aunque parecía un poco tímido.
-Lucas... - comenzó a hablar mi madre - porque no la acompañas a su habitación.
-Claro - susurró, y se fue por las escaleras, yo simplemente le seguí.
Una vez acabadas las escaleras, recorrimos un pasillo pasamos dos puertas y Lucas abrió una de ella. Me dejó pasar y se fue sin decir nada, no le di importancia.
Entré, a mi derecha había una cama, más grande que la que yo tenía en mi antigua casa, esta era de matrimonio, en frente me encontré con un escritorio, al lado de este había un gran ventanal que daba a una pequeña terraza, justamente a mi izquierda había una puerta, lo que supuse que sería en baño, y al lado de esta un armario. Me acerqué al precioso mueble blanco y lo abrí, allí encontré un espejo pegado en la puerta. Un chica se reflejaba en él, era bajita, con el pelo negro carbón, unas pequeñas pecas se extendían por su cara, herencia de su madre, nariz pequeña y respingona, unos grandes ojos grises con un toque de azul, labios carnosos y con un toque rojizo, estaba vestida con unos pantalones cortos, "demasiado cortos" decía su padre, una camiseta con escote y unas sandalias, tenía que reconocer que estos últimos años había cambiado mucho, y no solo físicamente si no psicologicamente, ya no tenía esa sonrisa que siempre ocupaba su rostro y tampoco esa actitud dulce con todo el mundo. Unos golpes en la puerta llamaron mi atención.
-¿Qué quieres?
Mi madre suspiró pesadamente.
-Te hemos matriculado en el mismo instituto que tu hermano - Bufé - ¿qué pasa ahora?
-Primero, ese no es mi hermano, segundo no quiero ir al instituto, se supone que tengo que tener unos días por la muerte de mi padre ¿no?
-Si, pero llevas dos semanas sin ir al instituto, y es tu último año, tienes que ir Cris.
-¡Joder! - exclamé.
-¡Esas palabras no se dicen en esta casa Cristina! - gritó enfadada
-Vale, vale, pero no te me alteres - dije vacilandola, mi madre optó por ignorarme
-Por cierto, baja, Lucas y tú os vais a dar una vuelta.
-Pero, yo flipo, ¿también vas a decir cuándo y con quién salgo?
-Si, así que baja ahora mismo
Bajé a regañadientes, acababa de llegar y no quería dar problemas... ya los daría más adelante.
Una vez bajé las escaleras me encontré con esos ojos tímidos que enseguida se apartaron y se dirigieron al suelo.
-Venga, vayámonos - dije saliendo por la puerta, supuse que Lucas me seguía, tampoco me importaba
Comencé a andar sin saber a donde iba, al fin y al cabo no conocía este pueblo, en seguida noté cómo Lucas se ponía a mi lado, le miré de reojo y ví como metía las manos en su bolsillo y agachaba la cabeza mirando al suelo.
-Bueno, no me vas a ar conversación ¿o qué? - no me contestó - ¡Chico! ¡qué te estoy hablando! - dije parándome en mitad de la calle
-¿Fue duro perder a tu padre? - preguntó susurrando
-¿Pero tu eres gilipollas? - me estaba enfadando, y mucho.
-¿Por qué?
-¿Por qué? ¿estás de coña? ¿lo único que se te ocurre de tema de conversación es la muerte de mi padre?
-Lo siento... - y por primera vez en toda nuestra "conversación" me miró a los ojos, estaba arrepentido
-Venga, sigamos - me sentía mal por haberle gritado, parecía un cachorrito perdido pidiendo ayuda
Comenzamos a andar otra vez, estuvimos bastante tiempo con nuestra caminata, hasta que me cansé y me senté en un banco, Lucas se sentó a mi lado en seguida.
-¿Qué haces para divertirte aquí? ¿Hay discotecas? - comencé a preguntar
-No...
-¿Haceis botellones?
-No lo sé
-¿Cómo que no lo sabes?
-Es que no tengo amigos aquí, viven en otro pueblo
-¿Por qué no te llevas bien con la gente de aquí?
-No lo sé - me contestó agachando la cabeza con cara triste
Tras unos minutos de silencio incómodo me levanté y me dirigí a casa, ya había anochecido y no tenía hambre así que en cuanto abrí la puerta de la casa, subí a mi habitación y me tumbé en la cama a dormir. Y mañana empiezo el instituto... que bien.
Geniaaaaaaaaaal!
ResponderEliminarEse padrastro no me cae tan bien -.- Y Lucas es un tanto misterioso...
Espero el proximo capitulo, saludos!