Cristina es una chica de 17 años que vive en Madrid con sus padres, es una chica dulce, amable y simpática hasta que sus padres se separan y tiene que vivir solo con su padre, en ese momento Cristina se vuelve mezquina, antipática, egocéntrica, pero su vida dará un giro que nadie se esperaba, la muerte de su padre cambia por completo su vida ¿quieres descubrir que le pasará en su nueva vida?

domingo, 2 de septiembre de 2012

Capítulo 7


Sábado 10 – Noviembre

El ruido de la puerta de mi habitación al abrirse me despertó del precioso sueño que estaba teniendo. Mi madre entró y subió bruscamente las persianas, consiguiendo así que los rayos del sol alumbraran toda la habitación.

-Buenos días cariño – saludó con una sonrisa en sus finos labios
-Buenos días – gruñí tapándome con la sábana
-Vamos cielo, hoy hace un día precioso para salir a la calle, baja a desayunar, vamos.

Salió de la habitación cerrando la puerta delicadamente. Me levanté y me dirigí al baño, me quité mi pijama de Bob Esponja y me metí en la ducha. Después de media hora intentando espabilarme bajo el agua fría, salí enredada en una toalla, en busca de algo que ponerme, abrí el armario y me quedé embobada mirando a un punto fijo, hasta que unos golpes en la puerta me hicieron salir de mi ensoñación.

-Adelante – dije alzando un poco mi voz.
-¿Puedo pasar? – preguntó Lucas asomando su cabeza por un pequeño hueco de la puerta.
-Si, pasa
-Mamá dice que bajes ya a desayunar – dijo sonrojándose al darse cuenta de que solo llevaba una toalla puesta.
-Vale ahora bajo – contesté volviendo mi vista al armario, al no oír ningún movimiento por parte de Lucas, me giré para ver cómo me miraba de arriba abajo – Si quieres te hago una foto – añadí con una sonrisa en mi cara.
-No, no, no, no – dijo rápidamente volviendo su vista hacia otro lado – yo… yo… yo ya me voy – tartamudeó cerrando la puerta.

Tras una pequeña risita por mi parte me dispuse a averiguar que ropa llevaría hoy, me puse unos vaqueros, una camiseta de manga corta acompañada con una fina chaqueta y mis bailarinas.
Salí de mi habitación rápidamente, me estaba muriendo de hambre. Entré por la puerta de la cocina y tras un saludo por parte de mi nueva familia me dispuse a desayunar. Todos hablaban, excepto yo, hay días que no me apetece hablar ni relacionarme con la gente, días en los que solo me apetece estar sola, ese día era uno de ellos, pero por desgracia, en esta familia, eso era imposible.

-Oye Cris, ¿por qué no acompañas a Lucas? Ha quedado hoy con sus amigos, podrías ir tú también
-¡No! – exclamó de repente Lucas
-¿Por qué no, cielo? – preguntó mi madre cariñosamente
-Por que estoy seguro de que se portará fatal con ellos, y no quiero que se alejen de mí por su culpa – otro comentario que había dolido.
-Lucas, no digas eso – intervino Derek comenzando a enfadarse – Cris es una chica muy simpática, y vas a presentarle a tus amigos te guste o no.
-Alucino – susurró levantándose bruscamente de la silla y dirigiéndose a su habitación.

Después de unos segundos oímos un fuerte portazo. Estaba enfadado, eso estaba claro. Me sentí mal… muy mal, así que me levanté de la silla, una vez acabé mi desayuno, y subí a su habitación. Abrí la puerta y me lo encontré tumbado en la cama, boca abajo, con uno de sus brazos colgando fuera de la cama.

-Oye – comencé a hablar acercándome tímidamente a su cama, me senté a su lado y continué hablando – lo siento… si quieres no voy, les digo que me encuentro mal y ya está – me disculpé dulcemente mientras le acariciaba la cara.
-Vete a la mierda Cris – giró su rostro y me ignoró por completo.

Me levanté y me dirigí hacia la puerta, pero antes de abrirla y salir por ella me detuve.

-Pero… ¿qué coño? ¡Yo no he hecho nada! – Exclamé girándome para encarar a Lucas que me miraba expectante - ¡Ni siquiera ha sido culpa mía esta vez! ¡No sé ni por qué me he disculpado si no te lo mereces! ¿¡Por qué crees que voy a hacer que te alejes de tus amigos!? ¿¡Eres tonto!? ¡Si me hubieras pedido que fuera maja con ellos, lo hubiera sido, anormal! ¡Y a la mierda te vas tú! – finalicé cerrando la puerta de un portazo.

Entré en mi habitación a reflexionar. ¿Por qué me había disculpado? No había sido culpa mía, y yo nunca me disculpo con nadie, esto no era normal, me pasaba algo, tenía que quitarme de la mente a Lucas, esto no era bueno para mi salud.
Lucas entró violentamente a mi habitación, con cara seria.

-Nos vamos
-Yo no voy a ningún sitio contigo – dije girándome en la cama y dándole la espalda.

Por unos segundos la habitación se quedó completamente en silencio, hasta que oí un suspiro proveniente de Lucas y unos pasos acercarse hasta mi cama. Noté como unas manos me agarraban y con suma delicadeza me depositaban en el hombro de Lucas, como si fuera un saco de patatas.

-He dicho que nos vamos
-Bájame ahora mismo – dije intentado controlarme mientras Lucas se acercaba a mi puerta dispuesto a irse.
-No hasta que estemos en la calle y no tengas escapatoria
-No quiero ir
-Ni yo quiero que vengas, pero es lo que hay – dijo bajándome por las escaleras
-¡Bájame!¡No quiero ir! – comencé a gritar
-Sshhh – intentó callarme
-¡He dicho que me bajes!¡Bájame ahora mismo!
-¡Nos vamos! – gritó para que mi madre y Derek le oyeran
-Pasadlo bien – contestó mi madre mediante un grito
-Si, seguro – murmuró Lucas
-Bájame de una vez – dije más calmado cuando ya estábamos en la calle.

Me bajó cuidadosamente, una vez mis pies tocaron el suelo intenté correr a casa de nuevo, pero un brazo me cogió de la cintura y no me dejó alejarme.

-¿A dónde te crees que vas? – susurró Lucas muy cerca de mi oido
-A casa – contesté girándome y mirándole a los ojos – no quiero ir.
-¡Vas a coger ese autobús conmigo, te voy a presentar a mis amigos, vamos a pasar una bonita tarde y volveremos a casa para cenar! ¿¡queda claro!? – gritó completamente serio, el Lucas cabreado no me gustaba.
-Si – susurré

Me cogió del brazo y me llevó hasta la estación de autobuses, subimos en uno de ellos y empezamos una silenciosa trayectoria hasta llegar al pueblo de sus amigos. Lucas me dio un codazo avisándome de que ya habíamos llegado, nos bajamos y comenzamos a caminar.

-¿A dónde vamos? – pregunté tímidamente
-A la playa
-Te estás portando muy mal conmigo, que lo sepas – susurré temerosa de que me volviera a gritar, nunca antes nadie se había atrevido a hacerlo, excepto mis padres, claro.

Me ignoró completamente y prosiguió andando hasta que vimos la preciosa playa, en la que un grupo de 3 chicos nos saludaba con la mano. Una vez nos acercamos pude observar, que todos estaban bastante buenos.

-¡Hola! – saludó un chico pelirrojo, más o menos de mi altura con una sonrisa de oreja a oreja
-¿Qué pasa Lucas? – dijo a modo de saludo el chico moreno mientras le daba un pequeño abrazo.
-Hola tío – saludó el último chico, también moreno, de ojos verdes, el más guapo de todos - Y esta preciosidad, ¿quién es?
-Soy Cristina, pero todos me llaman Cris – contesté adelantándome a Lucas y dando dos besos a cada uno de los chicos
-Hola Cris, yo soy Iván – se presentó el chico pelirrojo – y estos son Marcos – prosiguió señalando al chico moreno – y este es Álvaro – finalizó dirigiendo su mirada al chico de ojos verdes.
-Encantada de conoceros, chicos – contesté intentando sonar lo más amable posible.
-¿Es tu novia? – preguntó el pelirrojo, por lo que pude observar el más hablador, consiguiendo que Lucas se sonrojase.
-No, es mi hermana
-Hermanastra – le corregí rápidamente - ¿Nunca les has hablado de mí? – pregunté haciéndome la ofendida.
-No he tenido oportunidad, ¿nos vamos? – preguntó intentando cambiar de tema.
-¿A dónde?
-A donde tú quieras, guapa – contestó Álvaro con una sonrisa
-¿Podemos ir a dar un paseo por la playa? Siempre he querido hacerlo – propuse dirigiéndome a todos pero mirando solo a Lucas, esperando su aprobación

Él se limitó a asentir y comenzamos a pasear por la playa. Todos hablaban conmigo como si me conocieran desde hace años, me caían genial, pensaba jugar un poco con ellos, pero me lo pensé mejor y deseché esa idea, parecían demasiado majos. Tras un par de horas paseando llegó la hora de comer, llegamos a un McDonald’s y entramos poniéndonos en la fila en la que solo se encontraban un grupito de adolescentes que no hacían más que gritar.

-¿Qué quieres pedir Cris? – me preguntó amablemente Álvaro
-No sé… pídeme lo mismo que a ti
-Vale, yo te invito – comentó sonriente
-No, no, no hace falta, de verdad

Me ignoró y me pagó la comida. Nos sentamos en una mesa y comenzamos a habar otra vez. Álvaro no paraba de tontear conmigo bajo la atenta mirada de Lucas, que no paraba de mirarnos. Una vez acabamos todos de comer nos dirigimos a casa de Marcos que parecía el más tímido del grupo. Entramos y estuvimos toda la tarde jugando, viendo la televisión, películas y haciendo el tonto.

-Cris, nos tenemos que ir ya – dijo Lucas levantándose del sofá
-¿Ya? ¿Por qué no os quedáis en mi casa a dormir? – Propuso Álvaro – no sería la primera vez que te quedas, Lucas.- Y antes de que yo pudiera contestar con un “si” Lucas se me adelantó.
-No, lo siento, tio, otro día
-¿Pero por qué no? – cuestioné ganándome así una mirada asesina por parte de Lucas.
-Por que papá y mamá no lo saben
-Pues llámales
-He dicho que no, nos vamos

Me levanté sin rechistar y me despedí de los chicos prometiéndoles que volvería el próximo fin de semana. Cogimos el autobús y otro incómodo silencio nos invadió.

-Le gustas
-¿Qué? – pregunté
-Que le gustas, a Álvaro, nunca tontea con una chica si no le gusta.

Me quedé callada, no sabía qué decir, probablemente en otro momento de mi vida hubiera jugado con Álvaro, pero ahora no, ahora era la “nueva Cris” no podía hacerlo.
Llegamos a la parada en la que debíamos bajarnos y caminamos hasta casa. Entramos en casa y nos dirigimos directamente a la cocina esperando que la cena ya estuviera preparada, y efectivamente, ahí estaban mi madre y Derek sentados en la mesa, hablando animadamente, esperándonos.

-Hola chicos ¿qué tal os lo habéis pasado?
-Bien mamá, los chicos son muy simpáticos. – me limité a contestar y comenzamos a comer.

Una vez acabé, subí a mi habitación y me puse mi pijama, me tumbé en la cama y tras pensar en si Lucas tenía o no razón respecto a Álvaro conseguí empezar a quedarme dormida, pero el ruido de la puerta de mi habitación abriéndose me despertó por completo.

-¿Puedo pasar? – preguntó Lucas tímidamente
-Si – susurré. Cerró la puerta pero no avanzó, se quedó allí parado en mitad de la oscuridad.
-Lo siento – hizo una pausa y continuó – siento haberte gritado y haber dudado de ti, siento haber pensado que ibas a ser una borde con mis amigos y que ibas a hacer que se alejaran de mi, lo siento, estaba cabreado y… ¿me perdonas? – finalizó susurrando la pregunta.
-Si – contesté de la misma forma.

Salió de la habitación en silencio dejando que me volviera a dormir

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Ea! pues aquí está el capitulo 7. Lo de siempre que espero que os guste y que me haríais muy feliz si me dejáis un pequeño comentario. Un abrazo enormee!!!
Raquel xx