Sábado 10 – Noviembre
El ruido de la puerta de mi
habitación al abrirse me despertó del precioso sueño que estaba teniendo. Mi
madre entró y subió bruscamente las persianas, consiguiendo así que los rayos
del sol alumbraran toda la habitación.
-Buenos días cariño – saludó
con una sonrisa en sus finos labios
-Buenos días – gruñí
tapándome con la sábana
-Vamos cielo, hoy hace un día
precioso para salir a la calle, baja a desayunar, vamos.
Salió de la habitación
cerrando la puerta delicadamente. Me levanté y me dirigí al baño, me quité mi
pijama de Bob Esponja y me metí en la ducha. Después de media hora intentando
espabilarme bajo el agua fría, salí enredada en una toalla, en busca de algo
que ponerme, abrí el armario y me quedé embobada mirando a un punto fijo, hasta
que unos golpes en la puerta me hicieron salir de mi ensoñación.
-Adelante – dije alzando un
poco mi voz.
-¿Puedo pasar? – preguntó
Lucas asomando su cabeza por un pequeño hueco de la puerta.
-Si, pasa
-Mamá dice que bajes ya a
desayunar – dijo sonrojándose al darse cuenta de que solo llevaba una toalla
puesta.
-Vale ahora bajo – contesté
volviendo mi vista al armario, al no oír ningún movimiento por parte de Lucas,
me giré para ver cómo me miraba de arriba abajo – Si quieres te hago una foto –
añadí con una sonrisa en mi cara.
-No, no, no, no – dijo
rápidamente volviendo su vista hacia otro lado – yo… yo… yo ya me voy – tartamudeó
cerrando la puerta.
Tras una pequeña risita por
mi parte me dispuse a averiguar que ropa llevaría hoy, me puse unos vaqueros,
una camiseta de manga corta acompañada con una fina chaqueta y mis bailarinas.
Salí de mi habitación
rápidamente, me estaba muriendo de hambre. Entré por la puerta de la cocina y
tras un saludo por parte de mi nueva familia me dispuse a desayunar. Todos
hablaban, excepto yo, hay días que no me apetece hablar ni relacionarme con la
gente, días en los que solo me apetece estar sola, ese día era uno de ellos,
pero por desgracia, en esta familia, eso era imposible.
-Oye Cris, ¿por qué no
acompañas a Lucas? Ha quedado hoy con sus amigos, podrías ir tú también
-¡No! – exclamó de repente
Lucas
-¿Por qué no, cielo? –
preguntó mi madre cariñosamente
-Por que estoy seguro de que
se portará fatal con ellos, y no quiero que se alejen de mí por su culpa – otro
comentario que había dolido.
-Lucas, no digas eso –
intervino Derek comenzando a enfadarse – Cris es una chica muy simpática, y vas
a presentarle a tus amigos te guste o no.
-Alucino – susurró
levantándose bruscamente de la silla y dirigiéndose a su habitación.
Después de unos segundos
oímos un fuerte portazo. Estaba enfadado, eso estaba claro. Me sentí mal… muy
mal, así que me levanté de la silla, una vez acabé mi desayuno, y subí a su
habitación. Abrí la puerta y me lo encontré tumbado en la cama, boca abajo, con
uno de sus brazos colgando fuera de la cama.
-Oye – comencé a hablar
acercándome tímidamente a su cama, me senté a su lado y continué hablando – lo
siento… si quieres no voy, les digo que me encuentro mal y ya está – me
disculpé dulcemente mientras le acariciaba la cara.
-Vete a la mierda Cris – giró
su rostro y me ignoró por completo.
Me levanté y me dirigí hacia
la puerta, pero antes de abrirla y salir por ella me detuve.
-Pero… ¿qué coño? ¡Yo no he
hecho nada! – Exclamé girándome para encarar a Lucas que me miraba expectante -
¡Ni siquiera ha sido culpa mía esta vez! ¡No sé ni por qué me he disculpado si
no te lo mereces! ¿¡Por qué crees que voy a hacer que te alejes de tus amigos!?
¿¡Eres tonto!? ¡Si me hubieras pedido que fuera maja con ellos, lo hubiera
sido, anormal! ¡Y a la mierda te vas tú! – finalicé cerrando la puerta de un
portazo.
Entré en mi habitación a reflexionar.
¿Por qué me había disculpado? No había sido culpa mía, y yo nunca me disculpo
con nadie, esto no era normal, me pasaba algo, tenía que quitarme de la mente a
Lucas, esto no era bueno para mi salud.
Lucas entró violentamente a
mi habitación, con cara seria.
-Nos vamos
-Yo no voy a ningún sitio
contigo – dije girándome en la cama y dándole la espalda.
Por unos segundos la
habitación se quedó completamente en silencio, hasta que oí un suspiro
proveniente de Lucas y unos pasos acercarse hasta mi cama. Noté como unas manos
me agarraban y con suma delicadeza me depositaban en el hombro de Lucas, como
si fuera un saco de patatas.
-He dicho que nos vamos
-Bájame ahora mismo – dije
intentado controlarme mientras Lucas se acercaba a mi puerta dispuesto a irse.
-No hasta que estemos en la
calle y no tengas escapatoria
-No quiero ir
-Ni yo quiero que vengas,
pero es lo que hay – dijo bajándome por las escaleras
-¡Bájame!¡No quiero ir! –
comencé a gritar
-Sshhh – intentó callarme
-¡He dicho que me bajes!¡Bájame
ahora mismo!
-¡Nos vamos! – gritó para que
mi madre y Derek le oyeran
-Pasadlo bien – contestó mi
madre mediante un grito
-Si, seguro – murmuró Lucas
-Bájame de una vez – dije más
calmado cuando ya estábamos en la calle.
Me bajó cuidadosamente, una vez
mis pies tocaron el suelo intenté correr a casa de nuevo, pero un brazo me
cogió de la cintura y no me dejó alejarme.
-¿A dónde te crees que vas? –
susurró Lucas muy cerca de mi oido
-A casa – contesté girándome
y mirándole a los ojos – no quiero ir.
-¡Vas a coger ese autobús
conmigo, te voy a presentar a mis amigos, vamos a pasar una bonita tarde y
volveremos a casa para cenar! ¿¡queda claro!? – gritó completamente serio, el
Lucas cabreado no me gustaba.
-Si – susurré
Me cogió del brazo y me llevó
hasta la estación de autobuses, subimos en uno de ellos y empezamos una
silenciosa trayectoria hasta llegar al pueblo de sus amigos. Lucas me dio un
codazo avisándome de que ya habíamos llegado, nos bajamos y comenzamos a
caminar.
-¿A dónde vamos? – pregunté
tímidamente
-A la playa
-Te estás portando muy mal
conmigo, que lo sepas – susurré temerosa de que me volviera a gritar, nunca
antes nadie se había atrevido a hacerlo, excepto mis padres, claro.
Me ignoró completamente y
prosiguió andando hasta que vimos la preciosa playa, en la que un grupo de 3
chicos nos saludaba con la mano. Una vez nos acercamos pude observar, que todos
estaban bastante buenos.
-¡Hola! – saludó un chico
pelirrojo, más o menos de mi altura con una sonrisa de oreja a oreja
-¿Qué pasa Lucas? – dijo a
modo de saludo el chico moreno mientras le daba un pequeño abrazo.
-Hola tío – saludó el último
chico, también moreno, de ojos verdes, el más guapo de todos - Y esta
preciosidad, ¿quién es?
-Soy Cristina, pero todos me
llaman Cris – contesté adelantándome a Lucas y dando dos besos a cada uno de
los chicos
-Hola Cris, yo soy Iván – se
presentó el chico pelirrojo – y estos son Marcos – prosiguió señalando al chico
moreno – y este es Álvaro – finalizó dirigiendo su mirada al chico de ojos
verdes.
-Encantada de conoceros,
chicos – contesté intentando sonar lo más amable posible.
-¿Es tu novia? – preguntó el
pelirrojo, por lo que pude observar el más hablador, consiguiendo que Lucas se
sonrojase.
-No, es mi hermana
-Hermanastra – le corregí
rápidamente - ¿Nunca les has hablado de mí? – pregunté haciéndome la ofendida.
-No he tenido oportunidad,
¿nos vamos? – preguntó intentando cambiar de tema.
-¿A dónde?
-A donde tú quieras, guapa –
contestó Álvaro con una sonrisa
-¿Podemos ir a dar un paseo
por la playa? Siempre he querido hacerlo – propuse dirigiéndome a todos pero
mirando solo a Lucas, esperando su aprobación
Él se limitó a asentir y
comenzamos a pasear por la playa. Todos hablaban conmigo como si me conocieran
desde hace años, me caían genial, pensaba jugar un poco con ellos, pero me lo
pensé mejor y deseché esa idea, parecían demasiado majos. Tras un par de horas
paseando llegó la hora de comer, llegamos a un McDonald’s y entramos
poniéndonos en la fila en la que solo se encontraban un grupito de adolescentes
que no hacían más que gritar.
-¿Qué quieres pedir Cris? –
me preguntó amablemente Álvaro
-No sé… pídeme lo mismo que a
ti
-Vale, yo te invito – comentó
sonriente
-No, no, no hace falta, de
verdad
Me ignoró y me pagó la
comida. Nos sentamos en una mesa y comenzamos a habar otra vez. Álvaro no
paraba de tontear conmigo bajo la atenta mirada de Lucas, que no paraba de
mirarnos. Una vez acabamos todos de comer nos dirigimos a casa de Marcos que
parecía el más tímido del grupo. Entramos y estuvimos toda la tarde jugando,
viendo la televisión, películas y haciendo el tonto.
-Cris, nos tenemos que ir ya
– dijo Lucas levantándose del sofá
-¿Ya? ¿Por qué no os quedáis
en mi casa a dormir? – Propuso Álvaro – no sería la primera vez que te quedas, Lucas.-
Y antes de que yo pudiera contestar con un “si” Lucas se me adelantó.
-No, lo siento, tio, otro día
-¿Pero por qué no? –
cuestioné ganándome así una mirada asesina por parte de Lucas.
-Por que papá y mamá no lo
saben
-Pues llámales
-He dicho que no, nos vamos
Me levanté sin rechistar y me
despedí de los chicos prometiéndoles que volvería el próximo fin de semana.
Cogimos el autobús y otro incómodo silencio nos invadió.
-Le gustas
-¿Qué? – pregunté
-Que le gustas, a Álvaro,
nunca tontea con una chica si no le gusta.
Me quedé callada, no sabía
qué decir, probablemente en otro momento de mi vida hubiera jugado con Álvaro,
pero ahora no, ahora era la “nueva Cris” no podía hacerlo.
Llegamos a la parada en la
que debíamos bajarnos y caminamos hasta casa. Entramos en casa y nos dirigimos
directamente a la cocina esperando que la cena ya estuviera preparada, y
efectivamente, ahí estaban mi madre y Derek sentados en la mesa, hablando
animadamente, esperándonos.
-Hola chicos ¿qué tal os lo
habéis pasado?
-Bien mamá, los chicos son
muy simpáticos. – me limité a contestar y comenzamos a comer.
Una vez acabé, subí a mi
habitación y me puse mi pijama, me tumbé en la cama y tras pensar en si Lucas
tenía o no razón respecto a Álvaro conseguí empezar a quedarme dormida, pero el
ruido de la puerta de mi habitación abriéndose me despertó por completo.
-¿Puedo pasar? – preguntó
Lucas tímidamente
-Si – susurré. Cerró la
puerta pero no avanzó, se quedó allí parado en mitad de la oscuridad.
-Lo siento – hizo una pausa y
continuó – siento haberte gritado y haber dudado de ti, siento haber pensado
que ibas a ser una borde con mis amigos y que ibas a hacer que se alejaran de
mi, lo siento, estaba cabreado y… ¿me perdonas? – finalizó susurrando la
pregunta.
-Si – contesté de la misma
forma.
Salió de la habitación en
silencio dejando que me volviera a dormir
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Ea! pues aquí está el capitulo 7. Lo de siempre que espero que os guste y que me haríais muy feliz si me dejáis un pequeño comentario. Un abrazo enormee!!!
Raquel xx
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Ea! pues aquí está el capitulo 7. Lo de siempre que espero que os guste y que me haríais muy feliz si me dejáis un pequeño comentario. Un abrazo enormee!!!
Raquel xx